domingo, 7 de noviembre de 2021

  "M. El vampiro de Dusseldorf",(Fritz Lang, 1931).

En el año 1927 se estrenó la primera película íntegramente sonora de la historia del cine, “El cantor de jazz” de Alan Crosland y progresivamente se fueron haciendo films con sonido integrado y se fue dejando atrás el cine silente. Pero esto fue en Hollywood, porque en Europa y el resto del mundo tardó unos años en llegar. En Alemania la primera cinta sonora fué en 1930 con la gran obra maestra de Joseph Von Stemberg "El ángel azul". Y Fritz Lang al año siguiente en 1931, se adaptó también al nuevo sistema cinematográfico y filmó su primera película con sonoridad de una forma sublime, “M. El vampiro de Dusseldorf". Sorprende que siendo su primer film sonoro Lang ya supiera utilizar tan bien la sonoridad empleándola con tanto sentido, y manejarla con tanta eficacia en todo el metraje, fusionándose de forma magistral en secuencias con imágenes prácticamente silentes. No es nada casual ni gratuito que el infanticida, (un excepcional Peter Lorre), utilice como seña de identidad un característico silbido que además al mismo tiempo sirva para su detención, o el estridente y exagerado ruido al intentar abrir la puerta del edificio donde está acorralado. El sonido es empleado de forma funcional en la narración sin ser un adorno excesivamente dialogado, algo que adolecian la mayoría de las primeras películas sonoras que parecían más obras teatrales filmadas.        Lang también utiliza el fuera de campo visual magistralmente, empleándolo de forma brillante para sugerir determinadas acciones en vez de mostrarlas, demostrando el dominio del lenguaje cinematográfico que tenía tras tantos años como cineasta en los legendarios estudios de la "UFA", controlando el espacio fílmico dentro y fuera del plano de la cámara a la perfección. Este maravilloso dominio narrativo audiovisual, queda plasmado ya en la extraordinaria secuencia de siete minutos que abre el film. Lang nos presenta con un preciso montaje, a la inocente víctima, al asesino en fuera de campo mostrado a través de una sombra, y a la madre temiendo por la vida de su hija mirando al exterior desde su casa con el enigmático sonido de su reloj de pared, continúa la secuencia con el infanticida comprándole un globo a la niña atrapándola a través de la pegadiza melodía de su silbido, y la finaliza con una brutal elipsis donde con un plano de una solitaria pelota con la que la víctima jugaba, y otro de un globo flotando en el aire, nos queda claro el despiadado y atroz desenlace. Es uno de los mejores inicios de un film jamás filmados sin lugar a dudas.

Fritz Lang nunca creyó demasiado en el sistema judicial. Hay que recordar que fué falsamente acusado del asesinato de su primera esposa, para así poder casarse con su famosa amante y guionista de sus películas alemanas Thea Von Harbou. Jamás se resolvió tal crimen, y de ahí que el tema del falso culpable igual que para Hitchcock, fuera uno de sus preferidos en toda su obra.  Eso queda de manifiesto en el film donde un grupo de gente de los barrios bajos encabezados por mafiosos capturan al infanticida, y lo juzgan ellos mismos en vez de entregarlo a la policía porque piensan que lo soltarán por ser un enfermo mental y podrá volver a reincidir en sus asesinatos. De esta forma Lang nos está introduciendo un debate moral entre si es lícito encerrar a un asesino en la cárcel o en un psiquiátrico para reinsertarlo posteriormente en la sociedad, o si es mejor poner fin a su vida para asegurarse de que no vuelva a cometer ninguna atrocidad. En ningún momento Lang toma decisión por ninguna postura, para dejar al espectador que decida por si mismo, y de paso dejar en duda a todo el sistema judicial, remarcándolo con ese amargo último diálogo de una madre diciendo tras la detención del asesino que, <esto no devolverá la vida a nuestras hijas>. De esta forma Lang nos quiere decir que cualquier decisión que tome la justicia con este asesino, no reparará jamás el dolor de una madre que ha perdido a una hija asesinada, y así hacernos reflexionar en el papel que realmente tiene el sistema judicial.

Es una obra maestra absoluta de la historia del cine por como nos hace reflexionar sobre un tema tan delicado, y por como nos lo cuenta en su puesta en escena, manejando el ritmo de la acción y el montage con elegancia, y utilizando todos los recursos del sonido y de la cámara con una imaginación desbordante.