viernes, 17 de julio de 2020

"Sangre y arena", ("Blood and sand", Rouben Mamoulian, 1941).

La vida de Juan Gallardo, (Tyrone Power), un torero que desde la pobreza alcanzará la fama y a través de la pasión y la obstentación llegará su inevitable declive y su fatal destino.
Con este argumento el extraordinario cineasta Rouben Mamoulian, va a realizar una de sus grandes obras maestras donde nos cuenta a la perfección el elevado precio de la fama, desde su auge y caida, y la maldad del pueblo que desde su ignorancia y analfabetismo vanaglorian tan cruel espectáculo con el periodismo a la cabeza, todo ello en un entorno folklórico de la España de la época extraordinariamente bello y fascinante realizado en un esplendoroso technicolor.
En un maravilloso prólogo de la infancia de Juan, Mamoulian ya nos plasma en imágenes su desmedida ambición por ser una gran estrella de la tauromáquia: El joven visita un garito donde se engrandece a Garabato, el gran torero del momento, y arroja en la cabeza una botella de vino al crítico de tauromáquia Curro por criticar a su padre también torero que falleció años atrás en el ruedo, después va a torear por la noche él solo con un toro, y va a visitar a Carmen, la chica que acabará siendo su esposa, (una bellísima Linda Darnell). Seguidamente se enfrentará con Manolo de Palma, marcando una rivalidad que siempre perdurará, y después de despedirse de su madre que se gana la vida fregando suelos, se marcha desde su Sevilla natal hacia Madrid a caballo y caminando con sus amigos para poder triunfar allá en el mundo del toreo. Después de una genial elipsis en el tren transcurriendo diez años donde se nos muestra el analfabetismo del grupo de amigos, regresan a Sevilla ya siendo Juan una gran promesa. Visitirá a Carmen con músicos incluidos para demostrarle su amor. Es increible lo bien que capta Mamoulian la esencia del flolklore español de la época a través de la música, ambientación y fotografía. Tiempo después ya siendo al fín una gran estrella, desde su trono es alabado por el crítico Curro, Mamoulian lo filma brillantemente como si fuera un auténtico rey medieval. Su sueño de llegar a lo más alto se ha logrado al fín, la gente lo aclama como a un Dios, el periodismo lo ensalza a lo más alto, y el dinero le llega a raudales. Hará su gran estreno en la plaza de Sevilla donde ya casado con Carmen, conocerá a la sensual y guapísima Doña Sol, (Rita Hayworth), y quedará totalmente fascinado por ella ofreciéndole su capota en la mismísima plaza. Aqui comenzará sin saberlo su declive a traves de la pasión por la belleza, el poder y la riqueza. En una extraordinaria y ya legendaria secuencia, Doña Sol torea a Juan en su mansión y se besan apasionadamente bajo la mirada de Carmen. A través de la figura de su amigo Nacional, (John Carradine), Mamoulian deja reflejada la clara postura antitaurina del relato como en la novela original de Blasco Ibañez. Es la ignorancia por el analfabetismo del pueblo lo que hace que disfruten de tan salvaje espectáculo sangriento. Es lo que nos cuenta Nacional en sus discursos, antes de acabar muriendo en el ruedo, que en realidad es la tesis del mismo director. Doña Sol acabará utilizando a Juan a su conveniencia y le abandona por Manolo de Palma porque va a ser la nueva gran estrella del toreo. El estrellato es de usar y tirar, y siempre será substituido por otro. Curro después de haberlo puesto en un altar, ahora  saca todo su veneno contra él en sus discursos. Juan después de las constantes advertencias de su madre que vuelve de nuevo a fregar suelos, y del amor eterno de su mujer Carmen que le acaba perdonando sus infidelidades, se da cuenta de lo absurdo de esa obstentosa y lujuriosa vida de fama y busca su redención. Pero ya es demasiado tarde, morirá en su última corrida en la plaza bajo la estampa de Jesús al que tanto habían rezado tanto él como su esposa y madre. No había escapatoria a la muerte porque era su fatal destino. El auge siempre tiene una caida y más en un espectáculo tan peligroso. Al mismo tiempo de su muerte, Manolo de Palma es vitoreado por el pueblo y aclamado por el crítico Curro mientras torea en la plaza y le otorga su capota a Doña Sol, (la historia se repite con otra figura). Seguidamente la película se cierra con una genial panorámica con la cámara mostrándonos la sangre de Juan que ha quedado impregnada en la arena. La arena es la vida y la sangre es la muerte. Es el elevado coste de la fama. La verdadera bestia no es el toro, es el público que desde su ignorancia al no saber leer ni escribir es capaz de aclamar y vitorear semejante espectáculo. Como dice Nacional antes de morir, .
Absoluta obra maestra del gran e infravalorado Rouben Mamoulian, que nos dejo unas cuantas maravillas que han pasado con total mericimiento a la historia del cine como, " El hombre y el mounstruo", "Ámame esta noche", "La reina Cristina de Suecia", o "El signo del zorro".

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