viernes, 5 de junio de 2020

"Bajo los techos de París", ("Sous les toits de Paris", René Clair, 1930).

Unos planos cortos de los tejados de un edificio de París en silencio, seguidamente un largo travelling de acercamiento en descenso hacia el corazón del barrio con una música que se va escuchando cada vez más, continúa el travelling hasta finalizar en una chica y en un cantante junto con las gentes del lugar, todos juntos entonan la extraordinaria canción que da el título al filme. La cámara ahora en un travelling vertical hacia arriba nos muestra a los vecinos del edificio en sus ventanas.
Con esta maravillosa secuencia Rene Clair, uno de los grandes maestros del realismo poético francés, nos presenta a los dos protagonistas y el lugar de la acción a través de la utilización perfecta de la imagen y el sonido. La película está rodada en la transición entre el cine silente y el sonoro y Clair nos va a envolver en una atmósfera lírica y de comedia musical extraordinaria fusionando con maestría escenas mudas y sonoras. El cantante va a conocer a la chica, que es a su vez novia de un gangster, y acabarán juntos. La cámara los filma mostrándonos solo sus piernas con sus zapatos caminando hacia su casa. La magnífica utilización simbólica de los zapatos, nos van a reforzar lo que vendrá. Después de una genial escena cómica con los dos en la cama de él, utilizando magistralmente la oscuridad, el destino los separará. Él está preparando en su habitación la llegada de ella para vivir juntos, un ramo de rosas, una barra de pan y unas zapatillas caseras lo ratifican. Ella prepara su maleta con sus zapatos incluidos. Pero la polícia lo detiene pensando que es un ladrón. Pero aparte de su detención algo significativo va a suceder, la ventana se rompe, el ramo de flores y la barra de pan caen al suelo y el policía pisa las zapatillas. La chica pide ayuda con un amigo de él. Clair nos muestra nuevamente la habitación del cantante, ventana, flores, pan y zapatillas siguen con su lamentable estado, nos incluye además una rata. La chica se enamora del amigo y acaban juntos. Atrapan al verdadero ladrón y el músico es puesto en libertad. Visita su habitación y le da una patada a las zapatillas. Continúa la ruptural simbología. Se volverán a encontrar, pero tendrá que pelear con el gangster. Pero en una maravillosa escena de pelea y huida mostradas por Clair nuevamente en la oscuridad, el amigo le ayudará. Los dos amigos y la chica quedarán juntos en un bar tras la fuga. Se jugarán a la chica a los dados pero el músico hace trampas para que gane el amigo, porque se da cuenta que ella está enamorada de él. Pone su canción que los había enamorado "Bajo los techos de París", pero aun así ella lo rechaza. Este amor no estaba hecho para él. La metáfora ruptural de los zapatos mostrada por Clair queda reafirmada, así nos lo advertía. Ha perdido a la chica, pero no estamos ante un director pesimista como su coetáneo Marcel Carné. Para él lo importante es la alegría de la vida en plena armonía con la música. En la última secuencia nos muestra nuevamente al músico y la gente del barrio cantando su misma canción alegremente. Estamos como al principio, quedamos atrapados por la fascinante felicidad que nos transmite la escena. Finaliza la película con el mismo travelling del principio pero a la inversa, ahora es de alejamiento y finaliza en los tejados. Él es feliz, la vida fluye y continúa. El verdadero amor en realidad estaba en la atmósfera poética del lugar y su música.
Una de las grandes obras maestras del gran Rene Clair.

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