domingo, 7 de junio de 2020

"Muerte en Venecia", ("Morte a Venezia", Luchino Visconti, 1971).

Un compositor de música, (Dirk Bogarde), en el ocaso de su vida, llega a Venecia después de fracasar en la última etapa de su vida, para descansar. Con este argumento el gran cineasta Luchino Visconti va a realizar una de las más extraordinarias reflexiones que jamás se han llevado a la pantalla sobre el arte, la belleza, la pasión y la muerte. Adapta la famosa novela de Thomas Mann del mismo título y utiliza la extraordinaria música de Gustav Mahler logrando una conseguidísima atmósfera visual y musical.
Al llegar a Venecia el músico, un guia turístico de rostro feísimo, le da la bienvenida. No es casual, Visconti va a jugar constantemente entre la belleza y la fealdad. Se instala en un hotel de lujo. Estamos a principios del s.XX, en la gran época del lujo y la alta burguesía europea que Visconti conocía tan bien, él mismo perteneció a una família aristocrática. Sentado en un gran salón observa y queda fascinado al instante por la belleza angelical de un rubio adolescente. La cámara lo capta acercándonos a él, en zooms que van a ser la constante que va a utilizar Visconti durante todo el film. Era una moda torpe en el cine de los 60 y 70 que aqui él milagrosamente, le saca un brillante rendimiento. Aún con los zooms, siempre lo vamos a ver desde la distancia. Él lo va a seguir contemplando en la playa y por toda Venecia. Cada vez está más fascinado por el chico. Al mismo tiempo Visconti nos cuenta en flashbacks el fracaso en la búsqueda de la perfección en el arte del compositor, y de su vida. Para él, arte y vida van unidos y la perfección nace desde dentro del alma y está en la pureza de la belleza y no desde la genialidad más ambigua y terrenal de los cinco sentidos. Así lo discute con un amigo también compositior. Descubrimos que tuvo mujer e hijo pero acabó perdiéndolos. La belleza y juventud del chico le remiten a la perfección del arte. Su tiempo de descanso en Venecia finaliza pero el azar hace que regrese. Pierde su maleta en la estación. Su sonrisa nos indica que le encanta la idea de regresar, podrá seguir contemplando al bello adolescente. Pero el cólera se ha instalado en Venecia, esto unido a un cantante ambulante, nuevamente con un rostro descaradamente feo, nos remite a lo antagónico de la belleza. Nuestro protagonista observa una preciosa puesta de sol, es el crepúsculo también de su vida? Se intenta rejuvenecer en la peluquería, pero la edad va por dentro, jamás podrá conquistar al eterno adolescente, él lo sabe por eso siempre lo contempla desde la distancia. Quiere terminar su vida disfrutando de su bella pureza. Continúa siguiéndolo por la ciudad, pero la epidemia ya está por toda Venecia. Él teme por la vida del chico. La belleza y su juventud deben perdurar porque aun no están en su momento de perecer. Pero en cambio en la vejez ya no hay belleza. No por casualidad acabará enfermando de cólera. El chico y su família se van a ir de Venecia por la epidemia. Sabe que ya no volverá a contemplar su bello cuerpo. En un extraordinario y poético desenlace, él desde una tumbona en la playa lo va a observar por última vez. Desde la distancia el chico se despide de él, al momento cae de la tumbona y muere. Se ha ido feliz viéndolo. La belleza más pura está en la juventud, desde ella surgieron sus grandes composiciones musicales en el arte y el matrimonio con su hija floreció. Pero la fealdad es impura y está en el crepúsculo de la vida y en la enfermedad. La belleza debe perdurar porque en ella está lo más maravilloso y pasional de la vida y del arte. Su debate interno sobre donde está la perfección concluyó.
Una de las grandes obras maestras del genial Luchino Visconti.

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