viernes, 18 de diciembre de 2009

"Vértigo" de Alfred Hitchcock (1958)

Es de noche y vemos el plano de detalle de un barrote de una escalera que conduce al tejado de un edificio, seguidamente contemplamos a un hombre subir y a 2 policías perseguirle y por desgracia uno de ellos se resbala, haciendo caer hasta la muerte a su compañero por culpa del vértigo que padece. Con esta trepidante secuencia oscura empieza esta maravillosa película, en donde la puesta en escena cobra muchísima importancia, por todo el tratamiento que se le da a todos los planos, dándole un valor narrativo a la iluminación, al vestuario, al espacio, a la música o a los objetos. Scottie, se retira de la policía por el suceso que aconteció por su acrofobia, y es contratado por un antiguo amigo para que vigile el extraño comportamiento de su mujer Madeleine. Aquí comienza la locura en la que se va a sumergir el ex detective, porque acabará enamorándose de una persona que en realidad no existe, y Hitchcock remarca toda esta pasión del personaje dotando a todas las apariciones de Madeleine de colores muy llamativos y hermosos, como la secuencia en que la vemos por primera vez con un llamativo vestido verde en un restaurante con paredes muy rojas. Las escenas de Scottie siguiéndola por todo San francisco son también muy significativas en este sentido, oscureciendo los planos cuando a ella no la vemos, para darle una luz muy llamativa a cuando aparece en escena, ya sea en una floristería donde parece que las flores cobren vida, en un cementerio que nos da la impresión de estar viendo aun fantasma, gracias al colorido de los árboles y plantas en contraposición de su vestido gris, o en un museo donde un retrato de Carlota, una mujer que murió hace 100 años y que Madeleine cree ser ella, nos hace sentir que esa bella dama del cuadro va a cobrar vida.
Scottie se va fascinando cada vez más al creerse que Carlota se ha apoderado del alma de Madeleine y todos los objetos de ella, su ropa, su peinado, el ramo de flores, son para el como un sueño que se hace realidad, y así su subconsciente se debate entre estarse enamorando de alguien que existió hace mucho tiempo o cuidar de una persona que parece estar enferma. Todo adquiere mayor profundidad en la extraordinaria escena del intento de suicidio con el Golden Gate de fondo, para que el ex policía quede más absorbido por ella por la magnificencia de tan singular estructura arquitectónica, y de paso desatar un muy sugerido erotismo al llevarla él a su casa después de salvarla, y saber tras una panorámica enfocando la ropa de ella tendida, que está desnuda en su cama. La secuencia del sueño define muy bien la obsesión que el protagonista sufre, al juntar en su fantasioso mundo todos los objetos y lugares que le recuerdan a Madeleine, el ramo de rosas, el collar de Carlota o el escenario de su posible muerte, con la partitura musical del gran Bernard Herrman que le da toda una profundidad psicológica al film durante todo el metraje.
La película adquiere una nueva variante en el suspense, al descubrir que el personaje de Judy es en realidad Madeleine porque Hitchcock como es habitual en él, solo nos da esa información a los espectadores negándosela al protagonista, y esto hace que el público se implique más directamente en el film al jugar el cineasta con las advertencias en la narración, porque sabemos que Escottie lo acabará sabiendo todo pero no sabemos cuando, donde y como lo descubrirá. Que se acabé enterando del macabro plan al que ha sido sometido gracias al collar del retrato, resume muy bien la fascinación fetichista por los objetos que el relato posee, y que ella se suicide al final de la película por el miedo al ver una sombra, nos sugiere que después de tanto advertir su muerte durante todo el relato, al final lo termina haciendo al creerse que Carlota se ha apoderado de ella.

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