miércoles, 27 de mayo de 2020

"Chicago, año 30", ("Party girl", Nicholas Ray, 1958).

Un abogado crimininalista, que defiende a una banda de mafiosos en el Chicago de los años treinta, (Robert Taylor), conoce un día a una bailarina, (Una exhuberante Cyd Charisse) y ello le hará replantearse su vida. Con este argumento el maestro Nicholas Ray, en cinemascope, en un extraordinario technicolor, y con unos maravillosos números musicales, nos conducirá a su tradicional mundo del melodrama romántico haciendo a su vez un homenaje al cine de gangsters de los años 30. Después de una fiesta Robert Taylor conocerá a Cyd Charisse y quedará totalmente prendada de ella, y ya no podrá escapar de ella. Seguidamente el abogado en una extraordinaria secuencia defenderá a un criminal de la banda del capo interpretado por un brillante, (Lee J. Cobb). Utilizará el método del reloj, una artimaña que utiliza para ganarse al jurado. Siempre le sale bien. Gana el caso, pero después de ver a la bailarina en un número musical maravilloso, empezará a replantearse si su vida a valido la pena ética y moralmente defendiendo a criminales. Ella puede ser la salida para un nuevo comienzo. La extraordinaria utilización del scope y el color utilizados por Ray, refuerzan la idea de un futuro de esperanza de más amor y de poder disfrutar de la vida de una forma más bondadosa. La relación de ambos se estabiliza y se van a un romántico viaje por Europa, ya no hay escapatoria. Él ya ha tomado la decisión, quiere estar con ella y abandonar a la banda criminal. Pero su jefe mafioso no lo acepta y después de amenazarlo con hacerle daño a ella, él aceptará un último caso. Defender a un capo de otra banda, pero acabará por no realizarse tal juicio porque se desencadenará una guerra entre las dos bandas y el abogado al presenciar una matanza, (brillantes secuencias rápidas de tiroteos, en claro homenaje al cine de antaño de gangsters), acabará en la cárcel como instrumento para el fiscal del distrito que quiere empapelar desesperadamente al capo. El abogado saldrá de la cárcel con un arriesgado plan del fiscal para poder atraparlo. Nos vamos a encontrar ante un desenlace del film increible. El capo después de secuestrar a la chica se la mostrará al abogado haciéndole pensar que le ha desfigurado la cara. Recordando la legendaria secuencia de "Los sobornados" de Fritz Lang de 1953 cuando Lee Marvin arroja café hirviendo a la cara de Gloria Grahame, pero aqui es un farol. Entonces el abogado volverá a utilizar su famosa artimaña del reloj pero ahora para salvar su vida. Hace ganar tiempo a la policía que terminará por abatir a la banda mafiosa. Brillante final, la pareja ya está a salvo, el romanticismo de siempre de Ray ha sido el gran desencadenante de los grandes sueños de los protagonistas, pero a diferencia de su film "Los amantes de la noche" ahora se van a cumplir. El pesimismo de antes se convierte en esperanza. Un mundo mejor les aguarda. Una absoluta obra maestra de madurez del gran Nicholas Ray.

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