jueves, 28 de mayo de 2020

"El árbol del ahorcado", ("The hanging tree", Delmer Daves,1959).

Un extrano médico, (un sereno Gary Cooper ya bastante enfermo, murió dos años después del rodaje), llega a un pueblo de una explotación minera en el Montana de la fiebre del oro de 1875. Una maravillosa canción nos acompaña y nos habla sobre un árbol del ahorcado que acabamos presenciando y viendo en pantalla a la entrada de la villa. Simboliza y nos advierte claramente sobre la muerte, "el que la hace la paga". El bien y el mal. Con esta simbología comienza este extraordinario western psicológico y a la vez bíblico, del menospreciado y bastante olvidado Delmer Daves, autor de grandes westerns anteriores como, "Flecha rota", o "El tren de las 3:10". La película nos remite claramente hacia la cristiandad más ancestral. El médico huye de su pasado habiendo hecho el mal y ahora solo quiere hacer el bien, ayuda y salva a un joven ladrón de la horca, (lo hace su ayudante de consulta médica para que aprenda a ganarse la vida dignamente), cura de la ceguera a una chica tras un accidente en la diligencia, y la cuida y protege frente a las hostilidades del lugar. Él es metafóricamente, la imagen de Jesús, la recuperación de la vista de la chica parece un milagro, y él predice lo que va sucediendo constantemente. La cámara siempre lo enfoca en contrapicado, siempre está arriba, su casa también se encuentra a lo alto de la colina, las gentes del pueblo siempre son mostradas abajo en plano picado, no es gratuito, él es la divinidad. Pero su pasado le atormenta, descubrimos que mató a su mujer y a su hermano por infidelidad, ahora entendemos su redención personal y su camino hacia hacer el bien. Es ahora cuando la joven curada jugará un papel transcendental. El personaje interpretado magistralmente por Karl Malden intentará violarla, (él personifica el pecador hacia la carne y ella la tentación, continuan las connotaciones biblicas del relato). Pero el médico la salvará y al matar al violador será juzgado por la masa y será llevado a la horca. Varias secuencias antes, ella había logrado encontrar oro en las raices de un gran árbol, y ahora lo utilizará como cambio hacia los ejecutores para salvarle la vida al médico. Ellos aceptarán esta riqueza material, y ella lo substituye por el amor más espiritual hacia él. Él, siempre arriba en la horca, (como Jesus en el monte del Sinahí), acaba besando a la chica y así habiendo presenciado tal acto de bondad de ella, logra liberarse de su oscuro pasado y la acaba aceptando. Su mística redención a concluido en su forma, como no podía ser de otra manera, más religiosa. El amor y la verdadera felicidad están en el corazón, y no en la superficialidad de lo material. El árbol como decía al principio se convierte en el símbolo total del relato. En la presentación del film es el mal, en el nudo es la riqueza más superficial, (el oro aparece después de una tormenta en las raices de un árbol), y en el desenlace es el bien y el amor. La canción del prólogo vuelve a ser utilizada, pero ahora la letra se transforma en el árbol de la vida. Brillante y emotivo al mismo tiempo. Una lección de puesta en escena.
La obra maestra del gran Delmer Daves.

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