jueves, 28 de mayo de 2020

"Dejad paso al mañana", (Make way for tomorrow, Leo McCarey, 1937).

Una de las joyas más desconocidas de la historia del cine, realizada por el maestro Leo McCarey. Una pareja de ancianos van a ser desahuciados y reune a sus hijos para conunicárselo. Con esta premisa comienza este entrañable y cruel relato a la altura de las grandes obras maestras de Yasujiro Ozu en cuanto a las diferencias intergeneracionales se refiere. Los hijos no pueden hacerse cargo de las deudas económicas de sus projenitores para salvar su hogar, y al no poder acojerlos juntos, deciden separarlos llevándose un hijo a la madre y una hija al padre. Nunca en 50 años han vivido separados. Él, pasa el tiempo en el pequeño comercio de un amigo, y ella se siente sola en la casa de su hijo, aun con las múltiples reuniones que celebran con amigos, (inolvidable secuencia cuando ella sentada en su mecedora obserba como juegan su partida y la nieta despues la lleva al cine). Solo se comunican a través del teléfono o por carta. Los hijos solo demuestran su egoismo y siempre albergan compromisos para no hacerse cargo de ellos. McCarey carga la crueldad hacia los hijos haciendo siempre énfasis en su antipatía, y tilda de ternura a los ancianos en sus nostálgicas y melancólicas conversaciones telefónicas. Él se pone enfermo del corazón y deciden llevarlo a un mejor clima a California con su otra hija, pero tampoco tiene espacio para alojar a su madre. Y ella no quiere ser molestia y decide su marcha a una residencia de ancianos sin que él lo sepa. Pero antes quieren despedirse. McCarey nos ofrece entonces una extraordinaria secuencia final de casi media hora de duración, y la cámara no les va ha dejar separados en ningún momento. Nada de plano, contraplano, siempre los dos dentro del mismo plano, su unión nunca debió separarse. Se escaparán al lugar donde celebraron su luna de miel, siempre rememorando su vida juntos, la emoción nos transmite una brutal añoranza y al mismo tiempo una tristeza que nos llegará a las entrañas en su despedida en la estación. Fingen que solo será un tiempo su separación, pero saben que no se volverán a ver jamás. Un nudo en la garganta, la misma sensación que logra McCarey en su magistral "Tu y yo", pero ahora a la inversa, (si allí era esperanza por el futuro con el descubrimiento y aceptación de él hacia la minusvalía de ella), ahora se convierte aqui en la más profunda tristeza y desolación hacia ese mismo mañana que vendrá. Aun queda tiempo para que McCarey cargue su malestar hacia los hijos, ellos finalmente no llegarán a la hora a la estación, para poder despedirse de sus padres. Magistral, no se puede cerrar mejor. Una maravillosa obra maestra, de uno de los cineastas que mejor ha sabido transmitir la emoción humana.

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