jueves, 28 de mayo de 2020

"Una partida de campo", ("Une partie de campagne", Jean Renoir,1936).

Una familia Parisina compuesta por padre, madre, hija, suegra y yerno, van a pasar un domingo cualquiera al campo. Con este sencillo planteamiento y con solo 40 minutos de duración, el maestro Jean Renoir va a construir una de las obras poéticas más maravillosas de la historia del cine, a la vez de hacerle un gran homenaje a su padre, el gran pintor impresionista Auguste Renoir.
La familía se va a instalar en un apacible lugar repleto de naturaleza, con un restaurante, columpios y cerca de un rio. A través de la ventana del restaurante dos jóvenes remeros van a obserbar a la hija y la madre como se columpian, sus instintos más carnales y pasionales quedan alterados. Renoir como en un lienzo de su padre capta una emoción indescriptible desde esa ventana, (extraordinario momento con la joven balanceándose), pero con la diferencia del movimiento y del sonido, (lo que el cine solo es capaz de conseguir y la gran diferencia con la pintura). Aqui tanto la cámara con pequeños barridos de arriba a abajo, como el propio acto de columpiarse son móviles y añadimos el sonido ambiental del viento o los pájaros. Esta es la esencia que quiere conseguir Renoir, que dentro del propio lenguaje cinematográfico entremos en una catarsis emocional y lírica a través de lo que vemos y escuchamos. Aqui no tenemos una historia prosaica con un nudo y un gran climax final como en la gran mayoría de filmes. Aqui Consiste en la abstracción de lo cuotidiano y en dejarnos envolver en la naturaleza más pasional. Y Renoir lo consigue a la perfección. Los chicos mientras padre y yerno quedan dormidos aprovehan para hacer un relajante paseo con la hija y madre en sus barcas. Movimiento y sonido ambiental continúan con nosotros, el fluir del agua del río, el viento que acecha la vegetación, el propio movimiento de las barcas... Poesía visual en estado puro, (mezclada además con una maravillosa partitura musical de Joseph Kosma). Y todo ello concluirá con la hija y uno de los remeros haciendo el amor  tumbados en la hierba en una de las mejores elipsis jamás hecha. La pasión una vez más, para Renoir naturaleza y la pasión más carnal siempre van unidas. Años más tarde en 1959 lo lleva al límite en su genial película  "Comida sobre la hierba", donde la naturaleza acabará imponiendo una encarnizada lujuria sobre las gentes. Después de su romántico y carnal encuentro la pareja volverá a reencontrarse mucho tiempo después en el mismo lugar, ella ya casada con el yerno quedará envuelta en una gran tristeza, añora aquel encuentro pasado con él. En la monótona ciudad no tiene la pasión a la que la bella y envolvente naturaleza le condujo. Siempre quedará en su memoria.
Un gran homenaje pictórico y lírico de Jean Renoir a su padre rememorando su infancia juntos en el campo, pero a través de la esencia del cine. Una de las cumbres de la historia del séptimo arte del gran maestro Jean Renoir.

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