miércoles, 27 de mayo de 2020

"El demonio de las armas", ("Gun crazy", Joseph H. Lewis, 1950). 

Un niño observa una pistola en un escaparate de una tienda de armas, rompe el cristal y la roba junto con su munición, después se resbala y cae al suelo y un policía lo detiene. Ahora en tres extraordinarios flashbacks, su hermana, sus dos íntimos amigos, y su profesora de la escuela, intentan convencer a un juez que le gustan las armas y disparar desde siempre, pero que nunca le ha hecho daño a ningún ser vivo. Con este extraordinario inicio, donde se describe a la perfección la obsesión del protagonista ya desde niño por las armas, pero también su incapacidad de hacer daño a ningún ser vivo, Joseph H. Lewis, uno de los grandes maestros de la serie B de Hollywod, realiza una de las más grandes películas de cine negro de la historia del cine, con una inventiva visual y un ingenio narrativo debido al lógico bajo presupuesto de la película, increíble. Tras el juicio el niño irá 4 años a un correccional de menores y a la armada. Ya es mayor, (ahora ya está interpretado por John Dall), y su obsesión por las armas y su bondad siguen intactos. En una noche en una feria ambulante va a conocer y a quedar totalmente atrapado y fascinado por una de las más crueles y malvadas femmes fatales del género noir, una bellísima Peggy Cummins. Es una fanática de las armas también y su presentación y el duelo con John Dall para demostrar quien es el mejor disparando es una maravilla, ya nos transmite claramente la maldad que va a ejercer ella sobre él y como va a marcar su trágico destino. Tras ganar él, y después de trabajar juntos un tiempo en la feria serán expulsados de ella, y en una brillante secuencia elíptica con rápidos fusionados encadenados, Lewis nos cuenta a la perfección una vez más, como ellos dos se casan, su luna de miel y su inmediata ruina. Él quiere trabajar pero ella ansía una vida de lujos, y convence a Dall de delinquir robando bancos. Él solo lo hace por la atracción que siente por ella. Tras varios robos a pequeños comercios, van a atracar un banco en un excepcional plano secuencia que forma ya parte de la historia del cine. En tres minutos en el mismo plano, Lewis nos cuenta la llegada en coche al banco, el atraco en fuera de campo de él, la disputa de ella con un policía y la fuga y persecución tras la huida, magistral. Tras otro robo, él queda traumatizado tras tener que disparar a las ruedas de un coche policial y ella lo volverá a convecer con su belleza y maldad de hacer un último atraco. Todo es una horrible pesadilla para él, excepto ella. Intentan separarse en dos coches tras la huida para reencontrarse más adelante pero la atracción de ambos es más fuerte y se vuelven a unir. Es como dice el gran diálogo del film, las balas no pueden separse de una pistola. Pero el fatal destino hace que se queden sin el botín del atraco y regresen a las montañas de la infancia de él, donde en un extraordinario desenlace con sus dos amigos de antaño, en un pantano con una niebla que nos remite claramente a una pesadilla, los dos morirán. La malicia de ella con su belleza lo arrastró a él y le venció, y los condenó para estar juntos para la eternidad. Era su único e irremediable destino. La pesadilla finalizó. Una absoluta obra maestra del cine noir, de uno de los grandes maestros de la serie B hollywoodiense.

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